¿Cuál es el deporte de contacto más peligroso del mundo?

Los deportes que implican lucha son, por naturaleza, potencialmente dañinos, ya que implican el uso de violencia. Pero ¿cuál el que más riesgo tiene para la salud?

¿Cuál es el deporte de contacto más peligroso del mundo?

Normalmente los deportes tienen una finalidad más o menos pacífica. Ser el que lleva más lejos las capacidades humanas en aspectos como rapidez, potencia o resistencia, o trasladar una pelota más o menos grande y redonda a un sitio determinado, suelen ser los objetivos últimos en los que se basan estas actividades. Pueden ocurrir roces y lesiones más o menos dolorosas, pero no es el objetivo de ninguna competición.

Salvo, naturalmente, que se trate de los que se conocen como deportes de contacto, o, por ser más precisos, de combate. En ellos, para vencer hay que derrotar al oponente utilizando la propia fuerza y técnicas más o menos depuradas. Hay que imponerse al rival, y para eso, en muchos casos, no queda más remedio que hacerle daño.

Numerosos estudios científicos han intentado determinar cuál de estos deportes es el más peligroso para la salud. Y la clasificación es difícil, porque la capacidad humana para herir a sus semejantes es muy rica y variada. Poniéndonos tremendistas, y aceptando que caer al suelo inconsciente tras recibir una paliza puede ser la experiencia más cercana a la muerte, llegamos a la conclusión de que se trata del boxeo. Según un estudio de la Clínica de Medicina Deportiva Glen Sather, de la Universidad de Alberta (Canadá), un 7,1% de los púgiles han sido noqueados hasta ese punto a lo largo de sus carreras.

La cifra supera incluso a la de otra disciplina que en el imaginario popular es el no va más de la violencia: las artes marciales mixtas (MMA). En esta modalidad de combate en la que vale (casi) todo el porcentaje de desmayos afecta "sólo" al 4,2% de los combatientes. Sin embargo, esto no significa que la práctica sea más segura: la cantidad de contusiones, cortes cutáneos que requieren puntos de sutura y narices sangrantes es mucho mayor.

No obstante, en este sentido es peor el kickboxing, algo que se debería evitar si se pretende mantener la belleza del rostro. Éste es el deporte que causa un mayor número de heridas en la cara, y el 85% de ellas implica la rotura del tabique nasal. Por su parte, en muay thai, el boxeo tailandés, el 93% de las heridas son cortes faciales más o menos profundos.

Por si fuera poco, los investigadores reconocen que aún no saben casi nada sobre los efectos que varias series repetidas de ganchos, directos y crochets en la cabeza pueden causar a nivel neuronal. Es célebre el caso de Muhammad Ali, uno de los boxeadores más grandes de todos los tiempos, sobre quien muchos médicos (no todos) aseguran que el párkinson que padece se ha generado por culpa de los impactos recibidos. Sí que se sabe que el boxeo es una de las principales causas de daños oculares, como desprendimientos de retina.

Además, hay un riesgo oculto que pocos suelen tener en cuenta. Como lo habitual en estas competiciones es agruparse por pesos, los contendientes hacen todo lo posible para que ,en el momento de la medición oficial, éste sea lo más bajo posible, de manera que puedan luchar contra oponentes más ligeros y, por tanto, más débiles. Esto lleva a muchos a afrontar dietas muy poco recomendables, en ocasiones con productos químicos de eficacia a corto plazo pero efectos cuestionables a lo largo de los años. Otros recurren a técnicas controvertidas, como la "carga de agua": sobrehidratarse para que el cuerpo incremente automáticamente la producción de orina, de manera que, repentinamente, se pierdan varios kilos.

Aun así, no hay que pensar que huyendo de estos deportes tan agresivos uno está completamente a salvo. Todos los deportes, sin excepción, tienen su riesgo, que en no pocos casos es mortal. Como muestra, la investigación del Instituto Australiano de la Salud, que determina que, en relación al número de participantes (y a su media de edad), uno de los deportes practicados en el país con mayor tasa de heridas potencialmente letales no es el rugby ni el fútbol australiano... sino el golf.

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