A Luis Enrique se le apaga la luz

A Luis Enrique se le apaga la luz

El FC Barcelona ganó al Granada en casa 1-0 cuando el público del Camp Nou esperaba una noche de carnaval ante el colista.

El Granada, el mismo que cayó 7-0 ante el Atlético de Madrid, se plantó en Barcelona de manera valiente, cortando el juego del Barça por el centro y entregándole las bandas, donde sólo Sergi Roberto supo imponerse. Más allá del canterano, poco se puede destacar de un equipo que sin Iniesta y sin Busquets, fue muy poco vistoso a la hora de manejar el esférico con claridad.

Denis Suárez, que entre semana destacó ante el Espanyol en la Super Copa catalana, perdió una oportunidad de oro de opositar al puesto de Iniesta, que ahora mismo parece en posesión de Rafinha. El brasileño fue de los mejores de nuevo, y firmó un golazo que mantiene a este Barça de pie en la pelea. Las cosas se están calentando en lo alto de la tabla y cualquier resbalón se puede pagar caro.

La MSN no estuvo para nada entonada, con Suárez en plan fallón, Neymar ladrando pero sin llegar a morder y Messi sin ganas de ponerse la botas. Cuando esto ocurre, a Luis Enrique se le ven las costuras.

Una vez más, demostró el técnico su poca fé en el grupo y cerró el partido haciendo sólo dos cambios. Además, sus dos opciones para reactivar al equipo fueron quizás los jugadores menos afilados de la primera plantilla: André Gomes y Alcácer. Es cierto que el resto de opciones eran los meritorios del filial y Busquets, pero no se le vio a Luis Enrique ni un atisbo de reordenar a sus hombres de manera diferente sobre el terreno de juego o de arriesgar más con los cambios para asegurar la victoria.

El Granada, más allá de ser una roca atrás, no ofrecía grandes sustos en la parcela ofensiva, pero ni así Luis Enrique se estiró para darle más vida al equipo sacando un defensa y buscando la superioridad en el medio o en el ataque.

Al final, quedó claro que el asturiano, como Zidane o como Guardiola o como Mourinho, está tan atado al rendimiento de sus grandes estrellas como los demás, pues por mucho que se hayan vertido rios de tinta enalteciendo su buen rendimiento en sus tres temporadas en el banquillo blaugrana, cuando llega el momento de la verdad, su toque final queda siempre supeditado a que a los genios se les encienda la lámpara.

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