Los argentinos enamoran en Europa: claves para entender qué pasó después del Mundial que nos cambió la vida

Lo grita Lamela y todos los argentinos de la "criolla" Sevilla, finalista de la Europa League
Lo grita Lamela y todos los argentinos de la "criolla" Sevilla, finalista de la Europa League - Créditos: @CRISTINA QUICLER

Del Mundial a hoy, ahora mismo: un mundo. Del 18 de diciembre al 18 de mayo, una travesía conmovedora: los campeones del mundo siguen con el colmillo afilado, con la convicción de que el fútbol argentino atraviesa una mágica primavera. De Qatar a diversos destinos de Europa: cada día juegan mejor, son más decisivos. Influyentes en todos los escenarios. Los más grandes, los más pequeños en el concierto internacional.

Lautaro Martínez sacó un latigazo en el triunfo de Inter sobre Milan por 1 a 0, directo a la finalísima de la Champions League. Capitán, figura y símbolo de un gigante de Italia, luego de estar en puntas de pie en la cita máxima. Eso fue el martes. Julián Alvarez entró, jugó un minuto y definió con elegancia el fútbol total de Manchester City sobre Real Madrid, el campeón de campeones, un 4-0 sellado con el gesto de la araña, pieza indispensable en la hazaña de Qatar. Eso fue el miércoles.

Se van a citar el 10 de junio, en Estambul, por la gloria eterna. Son, qué duda cabe, los dos mejores exponentes de nuestro errático y productivo fútbol argentino de los últimos diez, 15 años. Nadie mejor que ellos. Julián tiene 23, Lautaro, 25: son tan grandes, que no hace falta reconocerlos por sus apellidos, un clásico en la guía telefónica de nuestro país. En Milán, en Manchester, el renovado poder de fuego de los nuestros: uno de ellos, será campeón del máximo torneo de clubes mundial.

Jueves por la tarde, siempre hay espacio para algo más. Mucho más, en realidad. Sevilla alcanza la séptima final de la Europa League (el rey de la competición) al vencer a Juventus por 2 a 1, con un gol de cabeza de Eric Lamela, uno de los grandes ausentes de Qatar. El otro, a quien reemplazó, es Lucas Ocampos, figura descomunal del equipo andaluz, siempre acaba con la lengua afuera y desconectado físicamente entre tanto trajín. Marcos Acuña (expulsado por una avivada de Leandro Paredes en la otra frontera), Gonzalo Montiel y Papu Gómez, que ingresan en los últimos minutos, son los actores del argentinísimo Sevilla, que va a jugar el próximo 31 en Budapest contra Roma, la Roma sentimental de Mourinho, de Dybala en el banco de suplentes, luego del cerrado empate sin goles contra Bayer Leverkusen, el equipo de Exequiel Palacios.

Cinco argentinos de un lado, el cordobés en el otro extremo. Uno de ellos será campeón de la otra gloria eterna a la europea. Casi todos, campeones del mundo. En todo caso: todos pasaron por el proceso que dirige Lionel Scaloni, el hombre que le imprimió una frescura inesperada a una generación (la de Leo, la de Di María, de capa caída en Sevilla, enojado al salir con el DT Allegri) y la de los jóvenes explosivos de los últimos años.

La historia estelar se dio cita en el asombro Sánchez Pijuán, suerte de Bombonera enorme, grandiosa. Sevilla, luego de un partido heroico, en el que tuvo que remontar a Juventus. El gol de Lamela en la prórroga (minuto 95), un cabezazo de Coco, tal su apodo, le permitió al Sevilla de los argentinos derrotar al gigante de Turín en la capital andaluza, después de haber empatado en la ida en Italia (1-1).

El serbio Dusan Vlahovic había adelantado a Juventus (justo un minuto después de la salida de Di María), Suso logró el empate, que condujo a la prórroga, donde Lamela dio el pasaporte al equipo andaluz a la final de Budapest, frente a Roma, que empató en Alemania con Bayer Leverkusen (0-0), tras haber ganado en la ida por 1-0. “Es una noche que voy a recordar siempre, es algo increíble jugar acá, ante toda esta gente. Mi familia llegó ayer justo de Buenos Aires. Del ambiente ¿qué voy a decir? Increíble la verdad, algo único. Esto lo soñé, juro que esto lo soñé…” señaló Lamela.

El conjunto andaluz tuvo que aguantar la arremetida final de Juventus con un jugador menos en los últimos cinco minutos, ya que Marcos Acuña, recibió la segunda tarjeta amarilla (115) por perder tiempo, por lo que se perderá la final. Sevilla, que desde la llegada del entrenador vasco José Luis Mendilibar encadena victorias (ocho en doce encuentros oficiales, con una sola derrota, en reemplazo de un desconectado Jorge Sampaoli), vuelve a una final de Europa League, tres años después de la última disputada en 2020 en la que alzó su sexto trofeo frente Inter.

Lucas Ocampos, otro jugador de selección que se quedó en la puerta de Qatar
Lucas Ocampos, otro jugador de selección que se quedó en la puerta de Qatar - Créditos: @CRISTINA QUICLER

Y en el medio del festín argentino, Mourinho, que llega a una final dos días después que Pep Guardiola, reeditando una maravillosa crónica futbolera. Una más. El portugués no se olvida, sin embargo, de lo verdaderamente importante. “Queremos enviar un mensaje a Emilia-Romaña, fuerza. En las dificultades lograr hallar lo mejor de ti mismo, es un momento de gran fiesta en Roma, pero no podemos olvidar la tristeza de la gente”, comentó, en referencia a la tragedia que vive Italia por las fuertes lluvias.

Un año atrás, siempre con Dybala como escudo, logró la Conference League. Roma fue una gran fiesta. “Mi preocupación no es ingresar en la historia de Roma, sino ayudar a los muchachos a crecer, a hacer cosas importantes. Ayudar a los romanistas que me dieron tanto desde el primer día. Es una alegría muy grande llegar a otra final”, acepta, a los 60 años, Mou, el hombre que fue un gran campeón con Diego Milito, otro argentino ilustre.

Dybala, en un vestuario ganador
Dybala, en un vestuario ganador - Créditos: @Instagram @paulodybala

Los argentinos volvieron a enamorar a Europa.