"La gente que ama el futbol ama a Argentina": ganar el Mundial Qatar 2022 es más posible que nunca

Argentina celebrando su pase a los Cuartos de Final de Qatar 2022. (REUTERS/Kai Pfaffenbach)
Argentina celebrando su pase a los Cuartos de Final de Qatar 2022. (REUTERS/Kai Pfaffenbach)

Argentina ha buscado las coincidencias en todas partes. Quieren ser campeones del mundo, como dice la afamada canción que ya convirtieron en un mantra: "¡Y al Diego en el cielo lo podemos ver, con don Diego y la Tota alentándolo a Lionel!". Y siempre encuentran el modo de hacer encajar la realidad en sus anhelos. Si Quilmes lanzó un comercial sobre las cábalas aplicables al Mundial actual, la estadística también hizo lo suyo para fomentar el deseo de alzar el trofeo en Qatar 2022.

La Albiceleste le ganó a Polonia 2-0 en Fase de Grupos de 1978, igual que en este Mundial. Y Polonia misma no llegaba a Octavos de Final desde México 1986, año en el que Argentina también fue campeona del mundo. Canadá no se calificaba a un Mundial desde aquel de México, y lo volvió a hacer ahora. España perdió su primer partido en Sudáfrica 2010 y luego nadie les puso freno. Italia eliminó a Australia en Octavos de Final para inaugurar su odisea de oro en Alemania 2006.

Pero más allá de las coincidencias, que suelen tener un significando profundo pese a su condición azarosa, la actual Selección Argentina tiene argumentos más que válidos para pensar en La Tercera. El golpe inicial contra Arabia Saudita elevó cada partido de a la condición de final. Ya nada sería pasajero ni opcional. Contra México, mientras el 0-0 se prolongaba en el tiempo, se exigía como nunca la aparición del de siempre. Y lo hizo. Obedeciendo el mandato divino, Messi fue más Messi que nunca: ha asumido como nunca la condición de líder moral y futbolístico que tanto se le reclamó desde que era un nene.

Su heroico gol tuvo un efecto clarividente en la mente de todos: esta Argentina se parecía más a la de Bilardo, campeona en el 86, y menos a la de Bielsa, eliminada en la fase de grupos de Corea-Japón 2002. El fantasma de un fracaso tempranero desapareció y, en cambio, se abrió paso a un optimismo que no entiende de marcadores ajustados ni de mirarse en otros espejos: porque Francia e Inglaterra han lucido más contundentes, pero en el Mundial no hay augurio perpetuo. Argentina ha llegado hasta los Cuartos de Final con la conciencia muy clara. Le pueden ganar a quien sea.

Diego Armando Maradona, campeón en México 1986. (Bongarts/Getty Images)
Diego Armando Maradona, campeón en México 1986. (Bongarts/Getty Images)

Lo hicieron contra Brasil, otro favorito de esta Copa, en el Maracaná durante el año pasado. Fue el fin de la racha de 28 años sin alzar una Copa. Y ahí Messi exorcizó a todos los demonios que lo carcomían. Por eso hoy se le ve así: libre, pasional, con ganas de brindar una cátedra de futbol en cada partido que juega. Ha dicho que quizá este sea su último Mundial. Ya habrá tiempo para pedirle que, una vez más, lo piense bien y reconsidere su decisión. Ahora es momento de disfrutarlo en su esplendor, en la última gran obra de ese artista que ha acaparado la mirada del mundo en tres décadas distintas.

Kempes anotando el gol definitivo para que Argentina ganara, en casa, su primer Mundial en 1978.  (AFP via Getty Images)
Kempes anotando el gol definitivo para que Argentina ganara, en casa, su primer Mundial en 1978. (AFP via Getty Images)

Se puede decir que, hasta el momento, el equipo de Scaloni no ha tenido momentos fáciles. Cada partido ha representado un sufrimiento en diferente modo. Pero en esa también el radica el aura de campeón. Nunca fueron fáciles los Mundiales para La Albiceleste: en el 78 padecieron hasta el último suspiro contra Países Bajos y en el 86 sortearon un camino repleto de clavos para finalmente alcanzar la gloria en el Estadio Azteca. El día que Argentina no sufra dejará de ser Argentina. Ya lo dijo Jonathan Wilson: "La gente que quiere el futbol quiere a Brasil; la gente que ama el futbol ama a Argentina".

Enzo Fernández se ha convertido en un gran socio para Messi. (REUTERS/Kai Pfaffenbach)
Enzo Fernández se ha convertido en un gran socio para Messi. (REUTERS/Kai Pfaffenbach)

En el camino catarí, la selección ha encontrado a nuevos valores que cambiaron de golpe muchas certezas. Julián Álvarez, delantero del Manchester City y emanado de River Plate, se ha hecho de la titularidad que antes le perteneció a Lautaro Martínez. Enzo Fernández, también surgido de River, ha reclamado un puesto con su finura y adaptación a los momentos difíciles. El sacrificado ha sido Leandro Paredes, fundamental en el renacer argentino de los últimos tiempos. Y qué decir de la brillante irrupción de Alexis Mac Allister, oro en el desierto.

No tiene corazón Lionel Scaloni al momento de elegir lo mejor para el equipo. En su liderazgo mesurado pero sin fisuras también radica uno de los pilares de esta Selección, que tiene enganchados a 45 millones con la ilusión de olvidar los días negros para siempre y pensar en tiempo presente. Argentina quiere ser campeona del mundo, como siempre. Pero esta vez el deseo es solo el punto de arranque: Argentina puede ser campeón del mundo. No hay adversidad capaz de frenar una historia que se ha escrito en algún lugar de la existencia: Messi tiene que levantar el Mundial y ofrendarlo a los suyos. Ya nada importará después.

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