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Antonio Brown, el receptor de la NFL que valía millones y lo perdió todo por su conducta

Antonio Brown fue separado formalmente de los Bucaneros de Tampa Bay, luego de las lamentables condiciones en las que dejó el juego contra los Jets de Nueva York, cuando, por una supuesta discusión con Mike Evans, se quitó el uniforme en plena cancha y lo arrojó hacia la tribuna.

Este fue el último episodio de una serie de desencuentros durante los últimos años del que hasta el domingo fuera el número 81 del equipo de Florida.

El ascenso y caída de uno de los mejores receptores de la NFL

Los problemas de Brown iniciaron en el 2018, cuando fue desactivado por los Steelers en la semana 17, luego de supuestamente arrojar un balón a Ben Roethlisberger en uno de los entrenamientos. El castigo se levantó hasta después del Super Bowl, en febrero de 2019, cuando acordó con el propietario del equipo de Pittsburgh, Art Rooney II seguir jugando para ellos.

Sin embargo, tras pedir a través de Instagram que lo cesaran, en marzo de ese mismo año fue canjeado a los Raiders a cambio de selecciones de draft de tercera y quinta ronda.

Luego de problemas de salud e inconformidades con el cambio de cascos ordenado por la NFL con el fin de tener mayor seguridad, que lo tuvieron fuera de las prácticas y dentro de la corte con demandas a la Liga, en septiembre de 2019 fue cortado por el equipo al alcanzar el cuarto de millón de dólares en multas, lo que invalidó su contrato de 30 millones de dólares.

En los días posteriores firmó un contrato con los Patriotas de Nueva Inglaterra, por apenas un año y hasta 15 millones de dólares, sin embargo, días después su ex entrenadora, Britney Taylor, acusó a Brown de agresión sexual. Aunque no hubo una acción inmediata por parte del equipo, un segundo reporte de conducta sexual inapropiada, que salió a la luz en un artículo de Sports Illustrated, ocasionó su salida de los Patriots.

En enero de 2020, Brown fue acusado de robo con violencia a un camión de mudanzas, y enviado a prisión, tras lo que llegó a un acuerdo con la corte que lo dejó libre con el pago de una fianza. En julio de ese mismo año fue suspendido 8 partidos por múltiples violaciones a las políticas de conducta personal de la Liga.

Pero en octubre, a recomendación expresa de Tom Brady, los Bucaneros lo firmaron por un año. Su participación fue clave para la victoria del equipo en el Super Bowl LV que se jugó el 7 de febrero del 2021, por lo que en mayo se extendió su contrato con los de Tampa Bay.

En diciembre pasado, violar los protocolos covid-19 de la NFL, al falsificar su certificado de vacunación junto con otros dos compañeros, le valió una nueva suspensión por tres partidos.

El episodio del domingo 2 de enero, parece ser el último clavo al ataúd de su carrera, que empezó en el 2010, en la que ha sido considerado en el Pro-Bowl siete veces, y nombrado dos veces líder de recepciones en la liga.

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