La celebración de Ana Peleteiro desvela su único objetivo en mente

TOKYO, JAPAN - AUGUST 01: Bronze medalist Ana Peleteiro of Team Spain and gold medalist Yulimar Rojas of Team Venezuela celebrate on the track following the Women's Triple Jump Final on day nine of the Tokyo 2020 Olympic Games at Olympic Stadium on August 01, 2021 in Tokyo, Japan. (Photo by Patrick Smith/Getty Images)
Foto: Patrick Smith/Getty Images

Ana Peleteiro entró en shock justo después de su sexto salto y se mantuvo en ese estado unos cuantos minutos. En medio, dio tiempo a que el saltador italiano Gianmarco Tamberi, ganara la medalla de oro en altura y a que su compañera de entrenamientos, Yulimar Rojas, batiera el récord mundial de triple salto por 16 centímetros. Las imágenes de la gallega eran las de la felicidad absoluta, una felicidad que tarda un tiempo en digerirse, que embriaga hasta las lágrimas y que te condena a vagar por la pista dándole abrazos a cualquiera que se cruce.

La medalla de bronce era un sueño. Peleteiro había sido medallista europea con anterioridad, pero, ¿de qué sirve eso en un deporte dominado por caribeñas? Con 14.73 como mejor marca personal, pensar en luchar contra la jamaicana Ricketts, la cubana Povea o la venezolana Rojas, parecía algo imposible... salvo que el esfuerzo de todos estos años, la tremenda competitividad que se vive en el entorno del entrenador y ex campeón del mundo, Iván Pedroso, y el propio talento de la española lograran el no va más: récord de España para colocarse tercera y otro récord de España para recuperar el bronce cuando Ricketts se lo arrebató momentáneamente.

En atletismo, rara vez hay casualidades. Peleteiro no solo saltó 14.87 como mejor marca del concurso sino que superó los 14.50 hasta en cinco ocasiones. Eso demuestra ante qué tipo de atleta nos encontramos: una que no se reserva para las Diamond Leagues de turno sino que rinde de verdad cuando de verdad cuenta. A los 23 años, Peleteiro ya fue finalista mundial en Doha 2019, en lo que parecía la culminación de un proceso que se inició cuando a los 18 fue campeona de España por primera vez en una disciplina que parecía abandonada desde hacía demasiado tiempo. En realidad, era el inicio, la primera piedra.

Una vez salida del shock, bandera española en la espalda, minivuelta de honor junto a sus compañeras de podio, a Peleteiro no le asaltó la autocomplacencia ni la sensación de trabajo terminado. Una vez tras otra, repetía "París, París" mientras sonreía a la portuguesa Mamona, quien ya le birlara el oro europeo en pista cubierta hace apenas unos meses. La celebración de la gallega era en el fondo una invitación a la rivalidad, una manera de azuzar a su oponente para compartir un destino: tres años más de sufrimiento, de entrenamientos salvajes y de noches de gloria.

El problema para Mamona, que la miraba como una madre orgullosa mira a su hija, es que para los Juegos Olímpicos de 2024 ya tendrá 36 años. Es complicado pensar en ella como una verdadera amenaza si Peleteiro sigue su evolución asombrosa, que debería llevarla a superar los 15 metros en breve, algo que solo han conseguido un puñado de atletas a lo largo de la historia. Lo más probable, por tanto, es que el mensaje fuera dirigido a su amiga Rojas, nacida también en 1995, con la que puede establecer una verdadera rivalidad generacional durante los próximos años, si lo permite Liadagmis Povea, cuya trayectoria parece haberse estancado un poco desde que saltara quince metros en 2019.

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El reto de Peleteiro no es dormirse en los laureles sino repetir. A ser posible, mejorar. ¿Es eso posible cuando tu rival es Yulimar Rojas? Bueno, habrá que intentarlo. Lo de la venezolana parece ahora mismo de otro planeta. No solo batió el récord del mundo sino que tuvo al menos un par de saltos más por encima del 15,50 que fueron anulados por centímetros. El nivel actual de Rojas recuerda al de un Jonathan Edwards en sus mejores tiempos de los años noventa, al de un Usain Bolt, al de una Blanka Vlasic en su esplendor no olímpico. ¿Cuántos años más conseguirá mantenerlo? Ahí está la gran pregunta.

Para que la rivalidad Peleteiro-Rojas tenga sentido como tal, una debe elevar mucho su nivel -en ello está- y la otra tiene que bajarlo de forma drástica. La venezolana juega una liga separada de las demás, no hay nadie que pueda siquiera acercarse a ella: es campeona olímpica, campeona americana y doble campeona del mundo, todo ello en vigor. Tiene el récord del mundo y en 2020 fue nombrada mejor atleta del año por la IAAF -ahora llamada World Athletics-. Ahora bien, esto es deporte y el deporte empieza por una motivación y un objetivo. La ventaja para Ana es que ese objetivo está ahí delante casi cada día, en cada entrenamiento. La desventaja, si se quiere, es que la motivación irá en ambos sentidos: la campeona será testigo directo de cada uno de sus avances y ajustará en consonancia.

En cualquier caso, París queda muy lejos. Peleteiro ya ha pasado a la historia como la tercera mujer que consigue una medalla olímpica en el atletismo español. No es poca cosa. Que ella quiera más es una excelente señal, pero, en rigor, podría retirarse mañana mismo como una de las grandes de todos los tiempos. Toda su trayectoria se ha basado en la sorpresa constante. Cuando todos pensábamos que había llegado, Ana, en realidad, estaba empezando. Los próximos tres años parece que van a ser de lo más entretenidos. Estemos atentos si no queremos perdernos lo que esta gallega nos tiene reservado.

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