Álvaro Morata cierra el ciclo más complicado de España

SEVILLE, SPAIN - NOVEMBER 14: Alvaro Morata of Spain celebrates after scoring their side's first goal during the 2022 FIFA World Cup Qualifier match between Spain and Sweden at Estadio de La Cartuja on November 14, 2021 in Seville, . (Photo by Fran Santiago/Getty Images)
Fran Santiago/Getty Images.

Con Álvaro Morata empezó un ciclo y con el gol de Álvaro Morata a Suecia se cerró. España estará en el Mundial de Qatar 2022 y con ello Luis Enrique gozará de un merecido año de margen para invertir en su idea sin el asfixiante día a día, el obligado deber de los objetivos que le corresponden a la Selección "por historia" o la presión de la crítica.

Un ciclo que empezó "antes del Europeo en unas circunstancias adversas" y del que nadie puede "representar mejor lo que supone superar la adversidad y las críticas" que Morata. Una etapa en la que España pisó las semifinales de la Eurocopa 2020, rozó la Nations League 2021 y certificó sus billetes a Qatar siempre con una narrativa propia construida alrededor de su modelo competitivo e identitario.

Oscilando la fina línea que separa al héroe del villano, Luis Enrique ha emergido como santo y seña no solo en la confección, diseño y surgimiento del equipo español, sino en la lucha contra la indiferencia. La Selección volvió a ser de todos porque volvió a estar en boca de todos y a ser un ejercicio compartido de "sufrimiento", "fe" y satisfacción. Y es que la España del primer ciclo de Luis Enrique te atrapa como un thriller desde su presentación, en su nudo y hasta su desenlace, sin dejar de lado el componente estilístico, distintivo casi sorrentiniano, ni olvidar el pertinente goteo de tensión e incertidumbre necesarios para mantenerte enganchado hasta el final. España fue el mismo equipo cuando redujo a la Italia campeona de Europa a la mínima expresión y dejó la gloria al azar de los centímetros que cuando sudó la gota gorda hasta el último de los minutos pensando en la repesca ante Georgia o Suecia.

España siempre dominó a partir del reconocimiento, entendimiento e implicación de todas sus piezas (sí, de los 43 jugadores implicados en la fase de clasificación) en la idea colectiva, sus mecanismos y argumentos competitivos, pero casi nunca consiguió aplastar a su rival. Un cara o cruz que ha dejado huella en el sistema nervioso de los aficionados alrededor de todos los rincones del país al que la Selección forzó a gigantes y se vio inmersa ante no tan grandes.

Ante Suecia no fue diferente. Una media hora inicial no menos sobresaliente por conocida, con el roble Gavi lateralizando su posición a la izquierda de Pau Torres, como falso lateral, para proyectar a Jordi Alba por fuera y liberar la zona intermedia del interior izquierdo para la ocupación de Dani Olmo, extremo, o RDT, en sus descensos desde la punta de ataque. A partir de dicha sociedad, a la que el central del Villarreal y Busquets no dudaron en sumarse, España ejerció su autoridad, cimentó un posicional ante el que Suecia tuvo que adaptarse y marcó los tempos de juego.

SEVILLA, SPAIN - NOVEMBER 14: Luis Enrique Martinez, head coach of Spain, celebrates a victory during the FIFA World Cup Qatar 2022 Qualifier match between Spain and Sweden at La Cartuja Stadium on November 14, 2021 in Sevilla, Spain. (Photo By Joaquin Corchero/Europa Press via Getty Images)
Joaquin Corchero/Europa Press via Getty Images.

El cuidado diseño del partido por parte del seleccionador y de su cuerpo técnico seguía con el transcurrir de las jugadas desde un lado hasta el sector opuesto, de ahí la elección de los perfiles de jugadores más complementarios a lo que el equipo generaba en la izquierda. Así, cuando la jugada girase en Busquets, Carlos Soler, Sarabia y, en menor medida, Azpilicueta, que se ubicó como elemento preferencialmente defensivo, eran los encargados de acelerarla y revestir las ventajas de amenaza. Pero siendo fiel a sus máximas, España no golpeó, no ganó y no borró a su rival del mapa en sus momentos de mejor fútbol y Suecia empezó a arrebatarle el control de sus manos.

A medida que Gavi crecía en el partido, pues el impacto y acierto de sus acciones encendieron a una Cartuja que le llevó en volandas y el hecho de que el sector destinado a finalizar estaba haciendo literal aquella división entre "lado fuerte" y "lado débil" le hicieron pedirla más, sin perderla casi nunca, pero más continuo y más arriba, facilitó la empresa sueca. Ahí el combinado de Janne Andersson encontró las respuestas que su defensa posicional no terminaba de identificar y pudo defender mejor, alcanzando a cubrir en menos metros y con menos espacios a más jugadores españoles.

Busquets, el termómetro más fiable que existe, dejó de girar el juego de un lado al otro para ser él quien recibía girado, de espaldas, encimado e incómodo, sin poder oxigenar el juego, ni espaciar a sus compañeros. Con un Carlos Soler que no encontró ni su rol, ni su jugada, ni su sitio, España se descosió en la transición defensiva a espaldas del centrocampista ché y Emil Forsberg se puso las botas corriendo al contraataque, derribando el contexto que España necesita para construir sus victorias y cumpliendo con aquello de que "si España no gana cuando tiene que ganar empieza a perder el partido".

La Selección volvió a jugarse todo en el rojo o negro, esta vez con la vida extra que le garantizaba el empate. Ante una Suecia volcada, con el atajo de Ibrahimović y en un contexto de partido caótico, distante del idílico escenario inicial, emergió la figura de Álvaro Morata. Primero para templar a los suyos con sus apoyos, su acierto en los duelos y sus descargas, en uno de los mecanismos que más y mejor han definido la estructura de Luis Enrique durante su desarrollo, y después para poner el punto y aparte con su medio gol (ya que el otro medio bien lo merecía el zambombazo de Olmo) a un periplo, individual y colectivo, que encarna lo que ha sido el camino. Veremos con qué nos sorprenden en Qatar.

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