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Achraf Hakimi, el inmigrante que se guio por su corazón e hizo historia con Marruecos en el Mundial Qatar 2022

Achraf Hakimi fue directamente a besar su madre, Saida, para celebrar la histórica victoria de Marruecos ante España
Achraf Hakimi fue directamente a besar su madre, Saida, para celebrar la histórica victoria de Marruecos ante España

A Achraf Hakimi no le tiemblan las piernas. Sabe que casi 40 millones de marroquíes miran la definición por penales ante España en Casablanca, Fez o Rabat. Sabe, también, que está a segundos de hacer historia. Si anota el gol desde los doce pasos, el equipo africano llegará por primera vez a los cuartos de final de un Mundial. Ahí está el jovencito que nació en una clínica de Getafe, justo de las afueras de Madrid, luego de que sus padres Hassan y Saida cruzaran el océano en busca de una vida mejor. El niño que ahora tiene 24 años enfila hacia la pelota con todos esos recuerdos sobre sus espaldas. Sin presiones, improvisa. Y pincha el balón, como cuando jugaba de delantero, en aquellos primeros tiempos en el Club Deportivo Colonia Ofigevi. O incluso en Valdebebas, la Ciudad Deportiva del Real Madrid, el club que lo encontró y lo llevó a sus divisiones menores para que allí se formara.

Mientras espera a sus compañeros para celebrar, Hakimi vuelve a inventar. Es un artista. Baila, despacito y con las piernas juntas, un festejo que tiene un destinatario muy especial: Sergio Ramos, defensor español obviado por Luis Enrique en la convocatoria para Qatar 2022, y compañero del futbolista marroquí en el vestuario galáctico de PSG. “Sergio Ramos, el mejor defensor del mundo”, escribió Hakimi cuando se supo que el zaguero sevillano no estaría en la Copa del Mundo, que podría haber sido la última de su carrera.

Al hispano-marroquí ahora lo siguen sus compañeros. Todos festejan una clasificación que será inolvidable, teñida de ese sabor único de haber hecho historia. De repente, Hakimi rompe la fila en la que estaban todos los futbolistas, de cara a la tribuna; a sus hinchas. El hombre del penal, el lateral derecho que fue delantero y mediocampista en las divisiones menores de Real Madrid, divisa a su madre, Saida, en las gradas. Corre y corre hacia la platea, con el tanque de energía vacío tras 120 minutos de fútbol y la definición por penales. A Hakimi no le importa, porque le debe a su familia el haber concretado su sueño de ser futbolista. Hay abrazos, hay besos con Saida; hay sonrisas, como la del guardia de seguridad, que observa la tierna escena mientras ataja a otros hinchas que quieren saltar a la cancha.

La emoción de madre e hijo se retrata en una y mil fotos que inundan las redes sociales, tal como había pasado luego del 2-0 ante Bélgica, la primera campanada de una selección marroquí que juega sin miedo ni complejos. Un equipo formado por hijos de inmigrantes que mantuvieron sus costumbres en Canadá, Bélgica, España, Francia o Países Bajos. Marruecos es un equipo con pasaporte de sangre. Y eso une a sus jugadores mucho más que cualquier documento.

Hakimi es uno de ellos. Tuvo la chance de defender al rojo de España y se quedó con el rojo de Marruecos. Sólo porque no se sintió cómodo en la Ciudad Deportiva de Las Rozas, el búnker de los seleccionados españoles. Allí no se hablaba una palabra de árabe, por ejemplo. Siguió a su corazón y, mientras terminaba su formación en el Real Madrid Castilla (y se hacía muy amigo de Enzo Zidane, por ejemplo), debutó en 2016 con el seleccionado magrebí. Ya no había vuelta atrás.

A los 24 años, Hakimi está casado con la actriz Hiba Abouk, con la que tiene dos hijos (Amín y Naím) y no se olvida de quienes le hicieron cumplir su sueño de jugar al fútbol. “Mi madre limpiaba casas. Mi padre era vendedor ambulante. Que yo practicara fútbol era un sueño para mí y un sacrificio para ellos. Mis hermanos sacrificaban cosas. Éramos muy pobres. Ahora yo lucho por ellos”, asegura. Es más, cuando el reclutador de Real Madrid lo fichó para el club blanco, el padre de Achraf no sabía si tendría combustible suficiente para llevar al pequeño de ocho años a Valdebebas, donde se entrenaban los juveniles. Hay quienes recuerdan el Renault 21 en el que llegó, repleto de ilusiones, y que tenía cartones por vidrios. Lo importante, en definitiva, era llegar.

Hakimi siempre tuvo claro que su fuerte era el ataque y no la defensa. Se formó como un lateral brasileño y la banda derecha fue su último lugar en la cancha: de delantero a extremo y de allí al medio de la cancha. “La confianza da goles. Eso y haber jugado de delantero… Soy un lateral con alma de delantero. Me siento importante porque aunque juegue de defensa puedo estar en el área rival y cambiar un partido”, dijo en una entrevista con el diario español El País. En ese mismo medio dejó su impresión sobre el fútbol actual: “El fútbol se basa en marcar goles, no en la posesión. Y ahora se nota que todo el mundo quiere marcar. Se premia al que gana. Lo que vale es marcar”, sentenció. Y esa frase vale para España, el país en el que nació Achraf Hakimi: tuvo un 77% de posesión de pelota y se quedó afuera de Qatar 2022. Hakimi y su sangre marroquí lo hicieron posible.

“Te quiero, mamá”, la dedicatoria de Achraf Hakimi a su madre tras la victoria con Bélgica