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El Abierto de Nordelta sueña con un festejo bien casero

El tucumano Augusto Núñez es el argentino mejor ubicado en el Abierto tras los primeros 18 hoyos
ENRIQUE BERARDI

El Abierto reclama héroes locales. Ya pasaron siete años desde la última vez en que un argentino se impuso en la máxima cita golfística de nuestro país: se produjo cuando Emiliano Grillo triunfó en 2014 en Martindale. Con 22 años recién cumplidos, el chaqueño ya era una realidad, porque llevaba tres temporadas en el Tour Europeo y al año siguiente se incorporaría en el PGA Tour, donde ganaría su primer –y hasta ahora- único título en la máxima gira. Aquella victoria tuvo un sabor especial para la Asociación Argentina de Golf (AAG), ya que se trataba de uno de los primeros jugadores surgidos de su escuela de desarrollo, y porque su estreno como campeón en una lista de nombres históricos formaba parte de una evolución esperada. Hoy, Grillo es claramente el mejor golfista argentino; figura dentro de la elite mundial y juega en otra liga, como ningún otro exponente de nuestro medio.

El 115° VISA Open, que arrancó ayer en el Nordelta Golf Club con el liderazgo del francés Jeremy Gandon (66, -6); desanda el hoyo por hoyo con la expectativa del público local para que el domingo haya un argentino levantando el trofeo y consiga el ticket rumbo al Open Británico 2022, en el Old Course de St. Andrews. Tras los primeros 18 hoyos, la ilusión criolla reposa principalmente en Augusto Núñez, que firmó 68 golpes (-4) y figura cuarto. El tucumano de 29 años viene de una temporada larga en el Korn Ferry Tour, donde disputó 43 certámenes, superó 23 cortes y solo obtuvo un top 10. Aunque terminó 76° en el listado de puntos, pudo revalidar su condición en el circuito al concluir en el top-40 de la etapa final del Q-School. “Fue un año muy duro en Estados Unidos porque estuve lejos de mi familia y la extrañé, además de que no metí putts. Pero en 2022 voy a poder estar allá junto con mi hija, que ya tiene la visa, y me prepararé bien con mi equipo de trabajo”, señaló.

Cualquier campeón del Abierto merece ser honrado y reconocido, por más que sea un extranjero sin muchos antecedentes. Es por una cuestión de respeto a su mérito deportivo; así ocurre en esta cita desde siempre. Pero es entendible la sensación de decepción que viene invadiendo íntimamente a los espectadores en los últimos años, a la hora de la entrega de premios. En 2015 y 2016 ganó Kent Bulle, un norteamericano que festejó en el Jockey Club y el Olivos Golf Club en forma consecutiva. En 2017 fue el turno de otro representante de Estados Unidos: Brady Schnell, que se impuso en el club de San Isidro. El mexicano Isidro Benítez celebró en Pilará 2018, el colombiano Ricardo Celia se consagró en 2019, en el Jockey, mientras que el año pasado, el certamen se canceló por la pandemia. La realidad es que ninguno de estos ganadores alcanzó hasta ahora la estatura de un gran jugador, como sí ocurrió más atrás en el tiempo con el venezolano Jhonattan Vegas, campeón en el Jockey Club en 2010 y múltiple campeón luego en el PGA Tour.

Es evidente que la gente quiere un triunfador local, o un foráneo que prometa gran proyección en el corto plazo. O al menos, que sea carismático. Ultimamente, no se cumple ninguna de las tres cosas. Muchos que ya superan los 40 años de edad extrañan aquellos duelos en el Abierto que involucraban al Chino Vicente Fernández, a José Cóceres, al Gato Eduardo Romero o a Angel Cabrera, por citar a cuatro grandes figuras albicelestes. Son los mismos que vieron ganar en esta tierra a Craig Stadler (1992), Mark Calcavecchia (1993 y 1995), Mark O’Meara (1994) o a Jim Furyk (1997), jugadores extranjeros que llegaban con sólidos pergaminos, en una Argentina con mayor capacidad económica y bajo otro contexto.

El deseo por ver triunfar a uno de los nuestros excede a la pasión de los espectadores y se sustenta también en cuestiones de negocio y marketing. En las entrañas del PGA Tour Latinoamérica, que incluyó al Abierto como cita inaugural de la temporada 2022, confiesan: “A nosotros no nos encantaría más que ganara un argentino. Justo al principio de la semana hablábamos de que ya es hora de que un jugador local obtenga el ticket por el Open y dejen de clasificarse otros para ese major. En fuertes mercados del golf de la región como México y Argentina, es valiosísimo que triunfe un golfista del propio país porque nos genera un impacto como marca mucho más grande”.

Es evidente que la presión por ganar influye decididamente en los representantes locales: la autoexigencia es mayor en casa. En cambio, quienes vienen de visita tienen poco por perder y se llevan una buena experiencia, al formar parte de uno de los torneos más prestigiosos de Latinoamérica. Además, en estos diez años de existencia del PGA Tour latino, fue aumentando progresivamente la presencia de jugadores estadounidenses, lo que lo hizo más competitivo. En este torneo hay 44 argentinos de un total de 156 jugadores; es decir, el 28% del field. En ese porcentaje se cifran nuevas esperanzas.