Los 100 años de la Asociación Argentina de Polo: un emotivo festejo entre carruajes, glorias, familia y decenas de camisetas de clubes

El carruaje que llevaba a las glorias de Coronel Suárez en la fiesta de los 100 años de la AAP: Alberto Pedro Heguy (boina), Alfredo Harriott (derecha) y Daniel González, el... "traidor" que viste una doble camiseta, ya que jugó también en el archirrival, Santa Ana.
El carruaje que llevaba a las glorias de Coronel Suárez en la fiesta de los 100 años de la AAP: Alberto Pedro Heguy (boina), Alfredo Harriott (derecha) y Daniel González, el... "traidor" que viste una doble camiseta, ya que jugó también en el archirrival, Santa Ana. - Créditos: @Rodrigo Nespolo

Diecisiete carruajes, cada uno con su yunta. Una belleza de parque. Gente joven, gente grande, chicos, damas. Y en cada carroza, un grupo de gente con una misma camiseta. Exitosa, histórica. Un desfile de glorias del pasado y de hoy, de campeones y de otras personas que hicieron grande a este deporte celebró los 100 años de la Asociación Argentina de Polo en su predio de Pilar, que cumplió medio siglo. La segunda fecha del Campeonato Argentino Abierto fue el marco; el centro de la jornada fue el festejo al que acudieron cientos de personas, incluso desde el interior del país, para celebrar al que desde hace 86 de esos 100 años es el mejor polo del mundo.

Ahí estaban, con sus camisetas de Coronel Suárez, el club más ganador de todos los tiempos, Alberto Pedro Heguy y Alfredo Harriott. Había un “traidor” entre ellos: Daniel González tenía una doble camiseta. Real: mitad de Suárez, mitad de Santa Ana. Justo los archirrivales. ¿Por qué? El mendocino González conquistó siete veces el Abierto de Palermo con los colores de uno y los del otro. Un monstruo. “Habré sido muy bueno”, le espetó a Alberto Pedro, en tono jocoso. “No: fuiste bueno en juntar compañeros”, le contestó el delantero 17 veces campeón, antes de reír.

El "throw-in inicial" de Cría La Dolfina 14 vs. La Irenita II 13, a cargo de Alfredo Harriott, con compañía de otros jugadorazos de la historia: Camilo Castagnola, Gonzalo Pieres (h.) y Bautista Heguy, y entre ellos, Delfín Uranga, el presidente de la AAP.
El "throw-in inicial" de Cría La Dolfina 14 vs. La Irenita II 13, a cargo de Alfredo Harriott, con compañía de otros jugadorazos de la historia: Camilo Castagnola, Gonzalo Pieres (h.) y Bautista Heguy, y entre ellos, Delfín Uranga, el presidente de la AAP. - Créditos: @Rodrigo Nespolo

Ese ambiente se vivió el predio Alfredo Lalor, de Pilar. Honor y gloria a los honorables y gloriosos, símbolos de ese siglo de grandeza del polo nacional. La historia se personificó en los tres, cuatro, cinco o más sujetos que dieron dos vuelta en los carruajes a la cancha 1 del terreno comprado hace cinco décadas y que, según coincidieron, es uno de los motivos de ese desarrollo avasallante del polo argentino.

Cuentan que en su momento fue una “locura” adquirir ese lugar, tan monte, tan lejano. El diario del lunes dice que Alfredo Lalor, el presidente de la AAP en ese 1969 de la decisión y ese 1972 del estreno, fue visionario: hoy Pilar es la capital del polo, y también, en cierta forma, de los countries. Inmobiliariamente la propiedad es invaluable, pero lo importante es lo que vale para el polo: sus 12 canchas (por entonces, siete; luego, cinco más, ya en el tercer mandato de Francisco Dorignac) son la casa del polo nacional. Más que el predio de Ezeiza para la propia AFA.

La Dolfina 2011-2020 posando tras desfilar en su carroza, el público disfrutando, el toque gauchesco y el casco de la estancia Carabassa, que con el tiempo se convertiría en el predio Alfredo Lalor, crucial en el desarrollo del polo argentino.
La Dolfina 2011-2020 posando tras desfilar en su carroza, el público disfrutando, el toque gauchesco y el casco de la estancia Carabassa, que con el tiempo se convertiría en el predio Alfredo Lalor, crucial en el desarrollo del polo argentino. - Créditos: @Rodrigo Nespolo

Cincuenta años después, ahí estaban las “chicas” de Mar del Plata y La Concepción que estrenaron el predio, cuando el polo femenino era poco menos que una quimera. Y se amuchaban las estrellas de todos los tiempos, que bajaban de las carrozas con presentación de cada uno por micrófono para el mucho público que asistió. Descendientes de los polistas de El Trébol y de los de Venado Tuerto, protagonistas del primer clásico del polo; figuras de La Espadaña, de Indios Chapaleufú, de Indios Chapaleufú II, de La Aguada, de La Dolfina, de Ellerstina, de La Natividad, que se tomaban una foto y se reunían para conversar. Los Pieres, los Heguy, los Novillo Astrada, los Merlos, los Castagnola, los Cambiaso, los cracks “sin familia” (Pablo Mac Donough, Juan Martín Nero, Mariano Aguerre, Milo Fernández Araujo, Alejandro Díaz Alberdi), los extranjeros que estuvieron a la altura de los grandes (David Stirling, Guillermo Gracida). Las protagonistas del relativamente nuevo Abierto Femenino. Los olvidados de siempre, que esta vez no: Daniel Boudou, Augusto Gómez Romero, Martín Haurie, valientes que se animaron a ser referís por amor a esto a pesar de protestas y silbidos.

La familia amplia del polo. Que tiene sus entredichos, sus pujas, sus enojos, sus tironeos, pero que fue capaz de construir esta maravilla es el liderazgo mundial en un deporte difícil. Que hizo Palermo, que vio y desarrolló Pilar. Que hace cosas para que otros países sigan lo más cerca posible esa supremacía. Que quiere ser más grande en integrantes, en público, en juego.

Si de familias se trata, pocas tan emblemáticas como la de los Novillo Astrada: tres generaciones del clan del club La Aguada participaron en el paseo de carruajes, lideradas por "Taio", Miguel e Ignacio.
Si de familias se trata, pocas tan emblemáticas como la de los Novillo Astrada: tres generaciones del clan del club La Aguada participaron en el paseo de carruajes, lideradas por "Taio", Miguel e Ignacio. - Créditos: @Rodrigo Nespolo

Una familia que tiene de todo. El dicharachero Alberto Pedro y el graciosamente hosco Marcos Heguy, capaz de hacer reír en ese personaje magnífico que divirtió en las canchas por talento y por personalidad. “A mí no me gusta mucho que me paseen con un carrito y me muestren. No es lo que más me divierte. Pero es personal”, dijo a LA NACION el ex back de Indios Chapleufú, el equipo fue el favorito de los hinchas desde mediados de los ochentas –y que retribuyó con muchos trofeos–. Más de Marcos, cuando se le pidió un mensaje para la Asociación por este siglo de existencia: “Que no la fundan. Ya que duraron 100 años...”. Le decían “Mago” en la cancha. También lo es fuera.

Muchos agasajados hablaron con LA NACION. Imposible incluir todo lo valioso que mencionaron, pero hay frases que sobresalen. Una del siempre pensante Juan Ignacio Merlos, por ejemplo. “Al estar en la diaria, no me ‘di cuenta’ de que había ganado el Abierto, de que había estado compitiendo tantos años a tan alto nivel. Pero hoy me doy cuenta y valoro que toda la gente a la que admiré y traté de copiar desfiló conmigo, estar en una elite de gente como ésta. Detrás de cada uno hay un esfuerzo y una dedicación que pagaron frutos”. En las palabras de Pite se resumen muchas historias.

¿Por qué se festejó en Pilar y no en el emblemático Palermo, el escenario más importante del planeta? Lo explicó Delfín Uranga, el presidente de la AAP. “Este lugar es simbólico de la familia del polo. Palermo es más el del éxito, el triunfo, y nos pareció que acá podía darse este espacio para que desfilaran estos campeones del Abierto, que simbolizan un montón de estos años. La comunidad del polo se basa en algunos valores: el equipo –desfilaron equipos– y la familia, y en los carruajes había muchos hermanos, hijos y primos. Este deporte está sostenido en gran medida por la familia”, justificó el hijo del creador de la Federación de Polo Internacional y nieto de uno de los fundadores del Campo Argentino de Polo, campeón mundial él en Chile 1992 y campeona mundial su hija Azucena en Argentina 2022.

La foto de fin de fiesta, con las glorias arriba y camisetas de varios de los aproximadamente 300 clubes que componen la Asociación Argentina de Polo, ante el "castillo".
La foto de fin de fiesta, con las glorias arriba y camisetas de varios de los aproximadamente 300 clubes que componen la Asociación Argentina de Polo, ante el "castillo". - Créditos: @Rodrigo Nespolo

El final de la jornada diurna, antes de la gran fiesta nocturna con asado, tuvo, delante del emblemático “castillo” (el casco de la estancia Carabassa), una foto para el futuro. Las leyendas, los ex presidentes y representantes de varios de los alrededor de 300 clubes que componen la Asociación Argentina de Polo. Muchos colores, mucha familia, y mucha historia. Y el futuro, ahí, cerca: desentendidos, casi cien metros más allá, unos cuantos chicos despuntaban el divertido vicio del roda polo, el polo sobre rueda electrónica. Forjándose polistas del mañana.