Barry White, un pionero del deporte en Catar

Barry White nació en Nueva York, fue internacional francés en básquetbol y actualmente reeduca a deportistas de alto nivel en Catar, habiéndose convertido en un símbolo del "savoir-faire" extranjero al servicio del emirato. No tiene la barba ni la voz ronca de su célebre cantante homónimo, pero también ha conocido la fama y, sinceramente, no tiene nada que envidiarle en carisma, tan grande como sus dos metros de altura. Con un ritmo pausado cuenta lo que se han encontrado cientos de extranjeros, con currículos muy largos, que los dirigentes cataríes han contratado para llevar sus ambiciones deportivas al más alto nivel planetario. "Todos venimos de saberes diferentes, de culturas diferentes, de países diferentes. Lo que debemos hacer al llegar es dejar nuestro vestido y enfundarnos en su lugar el traje de 'Aspetar'", el puntero centro médico de Doha especializado en medicina deportiva en el que trabaja White. El centro médico, construido y equipado a golpe de talonario, está apenas a unos cientos de metros de la Academia Aspire, el centro de formación de campeones del emirato. A sus 66 años, White dirige el gimnasio y aporta toda la experiencia de una vida dedicada al deporte de alto nivel. El nuevo Eldorado de los gimnasios Tras unos años en la NBA, este alero pasó 27 años en Francia, donde jugó en varios equipos de la élite basquetbolística y fue internacional francés en 43 ocasiones (entre 1976 y 1978). "Creo que fue el primer americano en jugar en la selección francesa, por lo que fue un periodo de descubrimientos", recuerda. Se retiró a los 33 años y comenzó su reconversión profesional. La cadena de hamburgueserías apostó por su nombre y le confió la apertura de uno de sus cinco primeros restaurantes en Francia, aprendiendo los entresijos de la gestión empresarial. Realizó un Master en una universidad francesa y se interesó por la expansión de los gimnasios y su potencial económico. Montó una quincena de ellos para grandes empresas francesas. Posteriormente, un alto responsable catarí le propuso entrenar a un príncipe y se trasladó a Doha, una ciudad levantada en medio del desierto, en plena expansión gracias a los recursos del petróleo y del gas, pero de la que desconocía todo. "Al llegar al palacio, estaba sentado en una habitación cuando la secretaria del príncipe vino a saludarme. Le dije: '¡Buah! Es increíble, este palacio es realmente asombroso'. Pero ella me miró y respondió: 'No es el palacio, es el gimnasio!", explica. 2022, apoteosis de la ambición catarí Catar es un país organizado, determinado y sin límites financieros, Aislado en el plano diplomático, ha elegido el deporte para alimentar sus ambiciones internacionales. Y no retrocede ante nada, mientras que Europa y Estados Unidos se hunden en la deuda y consumen todos sus ahorros. White está seducido por esta fuerza, estos medios y este método: "Lo que me hizo venir fue este enfoque holístico de las cosas (...) Pensé que esa visión era exactamente la que adoptaría si tuviese que tratar a atletas lesionados". Evidentemente, el salario es interesante, pero White jura que no es decisivo. "Como la mayor parte de los expatriados el sueldo es bueno, pero no es exhorbitante. No nos paseamos en Lamborghinis o en Porsches". El futuro es más incierto. Barry White sabe que probablemente no se quedará hasta la apoteosis de las ambiciones cataríes, el Mundial de Fútbol de 2022. "¿Si aún estaré aquí? Lo dudo. Pero será interesante mirar el televisor y escuchar hablar a la gente. Podré sentarme y decir: fui un pionero". Imagen generada por computadora y publicada por el Comité Organizador de Qatar 2022 muestra a la gente fuera del estadio que se construirá en Al-Wakrah para la Copa del Mundo de Catar 2022 Tras unos años en la NBA, Barry White pasó 27 años en Francia, donde jugó en varios equipos de la élite basquetbolística