La magia del efecto Garnett

Las últimas temporadas para los aficionados de Minnesota han ido de la escala de regulares a miserables en sus diferentes matices, pero en definitiva, no lo han pasado bien.

En un regreso al pasado, pensando en esa mágica temporada de 2004, pareciera que se vivió un episodio de esos años de gloria en los que había esperanza sobre todo. Un Target Center lleno, un equipo talentoso y la presencia de Kevin Garnett. El ambiente que se respiraba en la casa de los Timberwolves era extraordinariamente especial, justo por el retorno del hijo pródigo, KG.



Es verdad que el rival en turno de los Timberwolves, los Wizards de Washington, no atraviesan su mejor momento, con récord de 32-25 y en posibilidades de clasificarse como el sextos sembrado del Este, a todas luces mejor librados que Minnesota, el peor equipo del Oeste y el tercero más malo de la liga, de acuerdo a su foja de 12-43 hasta antes del encuentro.

La expectación por ver de nueva cuenta a Garnett en el uniforme de los Timberwolves era con toda certeza el acontecimiento más grande o atractivo, desde el punto de vista deportivo en Minnesota desde, quizás, los años en los que al corredor de los Vikingos, Adrian Peterson, dominaba domingo a domingo a sus rivales amasando yardas con cada acarreo.

El Big Ticket había salido 20 minutos antes del tipo off del choque ante los Wizards para calentar, estirar los músculos y tal vez ir disolviendo el nerviosismo por la atmósfera que él mismo había generado. El público permaneció estoico en sus lugares, la mayoría de ellos de pie, esperando el momento de la presentación, ese especial momento en el que sabe el aficionado que se concreta la llegada o el retorno de un jugador idolatrado.



Al término del encuentro, que los de Minnesota ganaron asombrosamente por marcador de 97-77, y además de endilgarle su quinta derrota en fila a los de la capital estadounidense, KG acumuló en 18 minutos de juego, cinco puntos, ocho rebotes, dos tiros bloqueados y le dio a su equipo una energía sin precedentes esta campaña. Lo que habrá dicho antes, durante y después del encuentro a sus compañeros, tras bambalinas, es todo un misterio, y sea lo que sea que haya dicho, esas palabras parecen haber sido combustible puro para que el equipo jugara con tal energía, ímpetu y deseo de ganar.



Al final del encuentro, en la conferencia de prensa, KG dijo que esperaba que fuera el inicio de muchas cosas buenas para la ciudad, para el equipo y los aficionados. Parece ser un buen comienzo que, inevitablemente, nos lleva a remontarnos a la mágica temporada de 2004 cuando KG fue nombrado el Más Valioso de la NBA.



Sólo el tiempo dirá si el Efecto Garnett perdura y trasciende a su presencia en la duela.